Pour yourself a drink [Cheshire]

Con el cambio de estación las noches ahora eran mucho más largas y eso se notaba incluso en la rutina de las personas. Trabajando en una oficina con ventilación artificial echaba de menos las misiones en la calle, sentir mientras recorría las calles de todo Reino Unido la brisa fría característica del otoño, como si el invierno quisiera llegar antes de lo previsto.
Anochecía pronto por lo que en el momento en el que ponía un pie fuera del Ministerio de Magia la mitad de la población, mágica o no, se estaban refugiando ya en sus hogares, como si la noche les fuese a hacer algo. Se sentía tranquilo pues estaban al tanto en el departamento de los planes de los malhechores y por primera vez, desde que tenía más poder en su trabajo, se alegraba de que las cosas fueran bien en cuanto a la seguridad ciudadana.

Probablemente la noche era su parte favorita del día. Salía solo del trabajo, caminaba hasta cualquier lugar, donde, tras aparecerse, acabaría llegando a su mansión a las afueras de la capital inglesa. Tomaría algún bocado que su ama de llaves, una squib de avanzada edad que había perdido a toda su familia en un ataque y que él se había encargado de acoger en su casa, le hubiese preparado y posteriormente bebería una par de whiskys mientras se dedicaría a hojear varios informes de casos aún abiertos del departamento.

Pero no era el caso, pues sus pies lo condujeron hasta la calle mágica por excelencia y tras comprar un par de cosas imprescindibles en varias de sus tiendas su vieja costumbre de calmar unos de sus vicios confesables hizo reclamo de presencia, llevándolo al Caldero Chorreante. Mientras esperaba su copa encendió un cigarrillo con el viejo mechero que una vez perteneció a su padre, perdiéndose entre el humo y sus pensamientos durante un rato.