Get out of here {Mackenzie Andersen}

Apuesto que permaneciendo en la Sala Común, los minutos se me harían tan pesados como las horas, y las horas como el día entero. Incluso desde la marginada sala común puedo apreciar como las luces del sol brillan en lo alto, peleando por un protagonismo que las nubes también ansían. En este caso, el sol sale victorioso mientras las nubes son reducidas a nada. Estiro mis músculos en cuanto tengo la oportunidad de ponerme en pie. No me gusta demasiado estar en la Sala Común ya que cada vez está más infestada de personas que me caen bastante mal, niñatos y niñatas de primer curso que intentan ser los mejores, pero lo único que hacen es hacer el ridículo. Me encuentro en mi habitación, bastante aburrida la verdad, ya que no me apetece demasiado hacer deberes ni nada por el estilo por la mañana ya que me da demasiada pereza. Es verdad que me he levantado bastante perezosa y que todavía sigo en pijama encima de la cama por la mañana, pero es que no me apetece hacer nada. Pasadas unos pocos minutos decido moverme un poco ya que si no muevo mi culo en todo el día de ahí, voy a aburrirme aún más. Me quito el pijama, me visto y tomo mi túnica y me cubro con ella. No iba demasiado abrigado, pero tampoco iba en ropa interior. Es verdad que ya estamos en Otoño, pero tampoco es que haga demasiado frío en el Colegio.

Me encuentro con mis amigos en el Hall principal pero todos ellos tienen asuntos que zanjar. Siempre hay algún cabo suelto con el que lidiar, pero, en esta ocasión estoy totalmente libre, y puedo recorrer el castillo de extremo a extremo una y otra vez sin tener que apurarme en ello. Subo y bajo las escaleras sin reparo alguno, choco contra alumnos y ni siquiera les ayudo en levantarse. Les pisoteo y continuo caminando, como si nada.

Ando de una manera tan rápida que ni siquiera me fijo en los rostros de la gente con la que me cruzo o a la que golpeo de medio lado. Me dirijo a los patios interiores después de haber dado un largo paseo por los corredores del castillo entero. Llego hasta unas escaleras y, cuando tengo pensado subirlas una chica cae tropezando y choca conmigo. Como reflejo, suelto un pequeño quejido a la hora de caerme de espaldas contra las escaleras y al tener todo el peso de la chica encima de mi. La chica no tarda demasiado en levantarse de mi, algo que agradezco bastante ya que es algo vergonzoso que todos se queden mirando lo que ha pasado, murmurando. — ¿Que miráis subnormales? ¿No tenéis nada más que hacer en vuestras miserables vidas? —Comento un tanto enfadada por lo que acaba de pasar. Miro de reojo a la chica que se ha caído encima de mi y no pude evitar colocar mis ojos en su túnica, en el escudo de su casa.. una asquerosa Puffa.. Luego levanto mi mirada a su cara y no puedo evitar bufar.. Andersen, ¿como no iba a conocerla? La verdad es que es una chica que le tengo bastante asco ya que según me han contado, es una mestiza y bueno, personas como esas no merecen estar en Hogwarts. —Y a la próxima ten más cuidado sangre sucia, no quiero volver a tocarte.. —Comento un tanto asqueada mirando a la chica.

Aquella mañana me había levantado muy temprano, quizás demasiado, por no decir que mis compañeras de cuarto me habían lanzado una almohada a la cara cuando encendí la luz. Y es que no era normal que un día en el que no había que madrugar alguien lo hiciese, pero como era costumbre, yo solía hacer lo contrario a lo que todos los demás hacían. Me vestí rápidamente con el uniforme del colegio, a pesar de que no me gustaba hacer las cosas con prisa porque siempre me olvidaba de algo, pero tampoco quería dejar por mucho tiempo la luz encendida por las que dormían. Cogí uno por uno los libros que estaban encima de mi silla y también cogí mi varita, no solía ir a ninguna parte sin ella.

Salí de la Sala Común, viendo algunas caras de recién levantados, con mis libros pegados al pecho. Pasé por delante de las cocinas, y saludé a algún elfo que pasó por allí con bandejas de un lado para otro, lo que parecía ser el desayuno. Subí las escaleras, fui al Gran Comedor dónde para ser sincera, había más gente de la que yo me esperaba. Me senté a desayunar con un conocido de mi casa, un año mayor, que charlaba con su hermano que acababa de entrar en el colegio, y además, estaba en la misma casa que su hermano mayor, es decir, la mía.

Después, volví a cargar con mis libros hasta la biblioteca del colegio, quería adelantar los deberes, aunque fueran pocos, antes de que me viera agobiada por no haberlos hecho en su debido momento. Tenía pocas cosas que hacer, pero también quería buscar información sobre una planta que me había pedido que buscara la profesora de herbología. Así que me dirigí hacia la biblioteca, me senté en una mesa vacía, puesto que no había mucha gente, y la que había, no la conocía, y comencé a escribir. Cuando hubo terminado, miré la hora y casi me dio un infarto. Había pasado más tiempo del que tenía previsto. Recogí a toda prisa y salí de la biblioteca para dirigirme a la Sala Común de nuevo.

Crucé pasillos, bajé escaleras, esquivé alumnos, y todo eso, a una velocidad que no yo misma me creía. ¿Por qué ahora de repente tenía prisa para todo? Por desgracia, mientras bajaba las escaleras, una chica que también parecía tener prisa hizo que tropezara y cayera encima suyo, además de todos mis libros. Me aparté de ella con rapidez y me levanté sacudiendo mi capa, a la par que ella se levantaba y comenzaba a hablar. En ese momento deseé no haberme chocado con ella. Era una serpiente y por lo que parecía, me tenía mucho odio. Sabía quién era, habíamos coincidido en varias clases, y no nos llevábamos muy bien. Dejé que me llamara sangre sucia porque no quería pelea, pero si hubiera sido otro momento, probablemente hubiera saltado a la defensiva. - Y tú podrías mirar por dónde vas... - murmuré mientras recogía mis libros del suelo. Para mi desgracia, había sonado más alto de lo que en realidad quería.

No puedo evitar estar un tanto echa una furia por tres cosas que son bastante notables en la situación que me está rodeando ahora mismo. Una de ellas es que cuando la chica se ha caído encima mía me ha hecho bastante daño en la espalda ya que  he aguantado todo mi peso en la espalda al caerme y también el de la chica el cual me ha hecho bastante daño también. La segunda cosa que me saca de las casillas es que todas las personas que acaban pasando por ahí acaban haciendo un corro para ver si nos peleamos o algo por el estilo. La verdad es que no entiendo a las personas que hacen eso, parecen niñatos y niñitas de primero. La verdad es que muchos de ellos no los conozco, pero me alegra que pocos de ellos sean serpientes como yo. Lo último que me repatea muchísimo es que contra la chica que me he chocado es que sea Mackenzie Andersen. Una asquerosa Puffa que conozco desde hace unos años ya que hemos coincidido en algunas que otras clases. También el hecho de que la chica pertenezca a la casa de los Puffos, de las sobras de Hogwarts, de los ineptos del Colegio no me gusta nada, me caen realmente mal ya que creo que esa casa no debería de existir.. son simplemente las sobras, las personas que no entren en las otras tres casas. Es verdad que odio que pasen cosas de este estilo, las peleas y ese tipo de cosas delante de todo el mundo, pero si me provocan puedo llegar a saltar en una décima de segundo ya que me genio es bastante fuerte, sobretodo si me encuentro cansada y un poco hasta las narices de todo.

Alzo una ceja al escuchar lo que dice la chica, cosa que me sorprende bastante ya que no me esperaba una reacción así de la chica. Me imaginaba que se quedase callada, con la cabeza agachada y así poder yo seguir mi camino, pero el hecho de que me haya contestado me deja un tanto descolocada de la situación. Me quedo descolocada unos simples segundos ya que soy una persona bastante impulsiva y puedo contestar cualquier cosa. —Que valiente por tu parte contestarme Andersen. —Comento mientras veo como la chica se agacha a recoger todos los libros que se le han caído. Me cruzo de brazos y veo la escena que está haciendo la chica, quedando aún peor de lo que está quedando. —Se perfectamente por donde voy, creo que van a tener que enseñarte de que personas alejarte un poco ¿no crees? —Comento mientras me acerco un poco a ella. —Ten un poco más de respeto a los que son de una clase mayor que tu, sangre sucia. —Comento mientras le doy una patada, dirijada a ella, a uno de sus libros. Escucho algunos murmullos entre las personas que nos están haciendo el corro y creo que escucho algunas que otras pequeñas risas entre la gente de mi casa. Es verdad que no me gusta que se encuentren ahí pero que se rían de lo que digo yo, si que me gusta.

Sabía que me tendría que haber callado la boca y marcharme como si nunca hubiera estado allí. Pero no, la bocazas de mí tenía que hablar y meter la pata, qué idiota resultaba a veces. Era obvio que la serpiente que tenía delante no me iba a dejar marchar sin antes dejarme en ridículo delante del corro de estudiantes que se había formado allí. Odiaba que nos prestasen tanta atención, sobretodo si el motivo por el que miraban era yo. Hasta entonces siempre había pasado desapercibida y si alguna vez faltaba, nadie se daría cuenta porque pocas personas sabían que existía. Pero ahora no, no tenía escapatoria de ésta.

Escuché sus palabras mientras en mis ojos se reflejaban una mirada de odio que si me mirara alguien saltarían chispas. Sin embargo, dejé que siguiera hablando, e incluso que diera patadas a mis libros. Los recogí de forma rápida y los apilé para después levantarme y volver a abrazarlos junto a mi pecho. - Te mostraré respeto cuando utilices valores éticos para defenderte y no por creerte mejor que otros sólo por pertenecer a una familia de magos de sangre pura. Hasta el momento, no creo que seas muy diferente a mí, y por lo que he podido ver, no tienes ganado mi respeto. Así que si no te importa, quiero que me dejes pasar - hasta entonces había permanecido con un rostro serio y sin expresión. Por el rabillo del ojo podía observar como muchos de los alumnos cuchicheaban entre ellos, estaba segura de que estaban hablando de nosotras.

Quería largarme de allí cuanto antes. Para dejar de ser el centro de atención, lo primero de todo, segura que a ella esta situación le estaba encantando. Que todo el mundo le prestase atención era una de las cosas que le gustaban a esta chica. Pero también quería irme porque tenía cosas mejores que hacer, en vez de estar aquí dejándome en ridículo. Qué buena manera de empezar el curso, tan sólo había pasado una semana y yo ya estaba metida en un buen lío. Genial, Mackenzie.

Mi paciencia de estar aguantando ahí de una manera formal, sin que se note demasiado de que me siento totalmente enfadada, tanto con las personas que están observando esta pequeña pelea, tanto con la asquerosa Andersen. Intento no perder los papeles, quedarme derecha allí mismo, siendo lo más 'educada' que puedo ser con la chica, para enseñarle de una manera que las personas como ella, los de una clase muy baja, aprendan de una maldita vez que los Puros como yo, tenemos mucha más razón en el tema sobre que unos son mayores que otros. Es verdad que si la chica se hubiese callado y no se hubiese parado a hacerse la valiente delante de todos, todo esto habría acabado en un santiamén, pero no, ha tenido que abrir la maldita boca e intentar quedar bien..

Veo como va recogiendo los libros que se le han caído al suelo, junto con algún que otro pergamino suelto. La verdad es que no me da nada de pena, por una parte se lo merece, por haberse metido en mi camino en las escaleras. Es verdad que todo lo que está pasando en este mismo instante es por culpa de la castaña, por haberse metido en mi camino y por haberse caído encima mío. Lo peor de todo es que no me ha pedido ni un simple perdón.. ¿y se hace llamar una Puffa? Aunque bueno, yo no estaría demasiado orgullosa de ser una de ellos, estaría totalmente avergonzada la verdad.

Comienzo a escuchar todas las estupideces que suelta de su boca, a las cuales la mitad de ellas no presto gran atención ya que me interesa bastante poco lo que está diciendo. Hago como que bostezo por todo lo que me está soltando, dirigiéndome a ella, para que sepa que todo lo que está diciendo me está aburriendo a mí y a todas las personas que están mirándonos. —Me vendrías genial para poder echarme la siesta ¿sabías? —Comento con una risa burlona al final de la frase. —Cuántas estupideces dices guapa.. cuantas mentiras.. —Comienzo a negar con la cabeza, mientras me cruzo de brazos. —A ver cuando vas a darte cuenta de que las cosas no son así. De que las cosas han cambiado, y mucho. No se donde has estado viviendo en los últimos años cielo, pero ya.. la gente como tu.. nadie la quiere. —Comento mirándola a los ojos. Se escuchan murmullos de nuevo por la multitud que nos está mirando, con los ojos de par en par. —Y me apuesto el cuello a que la mayoría de las personas presentes piensan igual que yo. —Añado.

No puedo soportarla ni un minuto más a esta chica, es insoportable, y no aguanto a la gente como ella. Se creen el centro del mundo y quieren que todos les rían las gracias, como está ocurriendo ahora con los chicos que nos observan, por lo menos los de su casa, porque de la mía no parece haber ninguna, lo cuál en el fondo me molesta. Además de los gestos que hacen mientras hablo, no parece escuchar lo que digo, aunque sinceramente no me sorprende. Los Slytherin son famosos por querer siempre tener la razón, y lo que digan se tiene que cumplir, quieran los de alrededor o no, son muy posesivos, y eso no me gusta. Suspiro agobiada, mientras acomodo los libros porque por su peso se me resbalan de las manos y no quiero que se me vuelvan a caer, volvería a quedar en ridículo, y a pesar de que eso no me importa demasiado, sí me importa el hecho de que todos nos estén prestando atención a nosotras, ¿no tienen cosas mejores que hacer?

- No me importa lo que pienses tú o tu gente de mí, no necesito que todo el mundo me preste atención, al contrario que tú, por lo que veo - comento mirando a nuestro alrededor - La gente me quiere por lo que soy, y no por lo que tengo o por la familia a la que pertenezca - apuesto a que ahora me dirá si hay alguien que me quiere en este mundo. Lo he oído ya tantas veces que me sé hasta las respuestas que pueden llegar a darme. Pero nunca, nunca, van a dejarme en paz, sólo por lo que soy. - ¿Me dejas pasar? - vuelvo a repetir, haciendo amago de irme. Dudo que me deje ir así por las buenas, no después de lo que le he dicho. Me estoy jugando salir viva de aquí. La próxima vez debería cerrar el pico.

Siento la tardanza u.u