A handful of moments I wished I could change {William}

Lo que la vida te enseña es que cuando menos te lo esperas, hay alguien que te da la patada por detrás y tú te caes de morros al suelo. Y es que en las últimas semanas mi vida ha cambiado mucho, y para mal. Mi vida nunca ha sido del color de las rosas, pero al menos podía decir que era feliz, ahora ya no. No sé si hubiera preferido vivir con la mentira de que mi pareja me quería, y de que sólo estaba yo en su vida, o que me lo hubiese dicho él, en vez de descubrirlo por mi cuenta. La verdad es que si no fuera porque un día fui a darle una sorpresa a su casa, todo seguiría siendo cómo antes. Yo ahora mismo estaría con él, haríamos las cosas de siempre, y por una vez en mi vida no me sentiría cómo un bicho raro que no encaja en su familia. Por una vez.

Pero todo eso cambió cuando descubrí la verdad, que mi pareja me estaba engañando con una chica de su edad, y al parecer, yo le importaba lo que se dice nada. El caso es que yo sigo enamorada de él, a pesar del daño que me hizo y que me ha hecho. Mi vida se ha convertido en un completo sin sentido. Por culpa de la depresión - ni si quiera mis padres se han enterado de que soy depresiva, y tampoco creo que les interese mucho -, apenas duermo más de cuatro horas diarias, y los pantalones que antes me quedaban bien ahora me quedan bastante grandes. El tabaco es también otro de los problemas, y supongo que ahora que estoy en el colegio, tendré que dejarlo por un tiempo, pero tengo guardadas varias cajas en mi maleta, de mi padre claro, él no las echará en falta puesto que tiene mil quinientas. Y las pastillas, no puedo vivir si no tomo alrededor de cinco al día. Resumiendo, estoy hecha un asco y nadie se interesa por mí, cómo si fuera invisible.

La vuelta al colegio tampoco me agrada, tendré que ver al subnormal de mi ex-novio prácticamente a diario, y a él no le importa cómo esté, y creo que nunca le importó. Miro el reloj de mi muñeca, detalle de mi abuela antes de que muriera, la aguja pequeña marca las cuatro y la grande quince, por lo que son las cuatro y cuarto de la mañana, y aún no he conseguido dormir, por eso me bajé hace un rato a la sala común. Quizá la culpa de que no pueda dormir se deba a que tengo unos dolores de cabeza insoportables, que fueron provocados porque no dejé de llorar en toda la noche. Parezco un zombie.

Tengo ganas de tomar pastillas para dormir, pero desgraciadamente no tengo ninguna a mano, y últimamente ni las pastillas me sirven. Me quedo mirando la chimenea desde el sofá en el que estoy sentada en una esquina. Mis piernas están juntadas contra mi pecho y mis brazos reposan en ellas. No sé por qué, pero tengo mucho frío, sin embargo, el hecho de tener que subir arriba a por una manta, ya que no encuentro ninguna aquí bajo, me provoca escalofríos. Ahora que he encontrado una posición cómoda y que encima ya me he calentado bastante, no voy a subir para volver a tener frío.

La verdad es que no tenía pensado quedarme hasta tarde despierto pero de nuevo el insomnio me atacaba, el Ravenclaw al que no le gustaba leer, como me llamaban algunos... Cargaba con eso del insomnio, y lo odiaba a más no poder, siempre a los días siguientes tenía cara de zombie y tampoco es que me ayudase mucho a mantenerme atento para las clases y todas esas cosas que solían hacer los demás Ravenclaws, aunque a mí me daba igual, se podía decir que me obligaban a hacerlo bien para conseguir puntos para la casa... Todos obsesionados con ganar aquella copa de la casa y sin embargo yo pasaba del tema olímpicamente, solo quería terminar ya mis estudios en Hogwarts para perder de vista a la mayoría de gente que solo se había dedicado a gastarme bromas pesadas, y aunque nunca guardaba el rencor ni nada del estilo, prefería mantenerme alejado de las personas que me habían hecho daño.

Tras un rato dando vueltas en la cama sin saber qué hacer, me decidí salir de ella y dirigirme hacia la Sala Común, allí podría estar sentado haciendo cualquier otra cosa de provecho hasta que recuperase el sueño o por lo menos adelantar cosas que hacer. Bajé aquellas escaleras que me separaban de la sala principal donde teníamos los sofás, sillones, algunas mesas... Incluso un tablero de ajedrez mágico pequeño al que le tenía cierto aprecio ya que rara vez había perdido allí jugando contra otros Ravenclaw, y lo más gracioso es que ellos leían hasta estrategias de jugadores famosos del ajedrez para eso, y a mí ni se me pasaba por la cabeza. Más allá de eso siempre era el que pasaba desapercibido por lo que tenía las de ganar en todo momento por descuidos siempre del contrario.

Nada más llegar a la sala común vi cómo no estaría yo solo en ese momento. -¿Hola?- Dije acercándome al sillón donde estaba la silueta a la cuál no había reconocido porque solo se veía como una enorme sombra en la oscuridad, y era cuestión de lógica que se tratase de algún alumno o alumna de Ravenclaw ya que nadie más conocía nuestra contraseña. -Miller...- La saludé por el apellido nada más verla, tampoco habíamos tenido nunca un trato más allá de lo estrictamente cordial, al menos yo, con nadie tenía otro trato que no fuese siempre el más estricto en cordialidad, por el hecho de que nunca había tenido amigos lo que se podrían definir como amigos, ni si quiera en mi propia casa de Ravenclaw, raras excepciones había a decir verdad.

Off:

No creo que tenga fuerzas suficientes para levantarme y volver a mi cama, por lo que me quedo en mi posición durante al menos veinte minutos más. Los minutos pasan más rápidos de lo que me gustaría, pronto amanecerá y lo más probable es que me encuentre por los pasillos a mi ex-pareja, lo cuál me provoca ganas de vomitar ahora mismo. Ni si quiera tengo ganas de comer, y llevo sin probar bocado por lo menos desde la mañana anterior. Sólo quiero descansar, pero parece que ni el cuerpo me lo permite. Suspiro varias veces seguidas, intentando que las ganas que me han entrado de llorar se esfumen. No puedo seguir llorando, principalmente porque no debe de quedarme agua en el cuerpo como para permitirse llorar.

Giro la cabeza hacia las escaleras que llevan a los dormitorios, para observar una figura que camina con lentitud hacia aquí. No la reconozco, no en un principio al menos, espero a que se acerque algo más a la luz del fuego, justo cuando dice mi nombre, bueno, más bien mi apellido. Vuelvo a concentrar la mirada en el fuego, admirando las constantes formas que crea, libre. A pesar del calor que el fuego da, sigo teniendo frío, y no puedo evitar que mi cuerpo tenga escalofríos de vez en cuando. Me he acostumbrado con el paso del tiempo a no hacer caso de lo que el cuerpo me pide, me atrevería a decir que me gusta.

- Hola - contesto después de un rato, sin mirarle a la cara, esperando a que él diga algo más, puesto que yo no me creo capaz de hacerlo. A veces le he visto, nunca llegué a fijarme demasiado en las personas que me rodean, le conozco porque además de ser de mi casa, tiene la misma edad que yo y también porque hemos ido a clase juntos.

Perdón por tardar tanto, no he tenido casi tiempo esta semana u.u

Me acerqué a ella más que antes, cuando me saludó, me di cuenta de que ni si quiera se había molestado en mirarme a la cara... La verdad es que yo tampoco lo habría hecho, vamos, mi cara era lo más común de lo que la gente solía ignorar dentro del castillo, si hasta trabajando en verano con mi hermano había pasado, que me ignoraban de una forma que yo ya consideraba surrealista, pero por otro lado me gustaba el pasar desapercibido ante los ojos de la gente, obviamente algunas veces era bastante molesto pero no dejaba de serme algunas veces buena baza...

Le di un toquecito en el hombro, en un principio era para que me hiciese un hueco para poder sentarme con ella, ya que yo también quería distraerme aunque desconocía sus motivos, que seguramente serían muchísimo más interesantes que el insomnio que padecía yo desde pequeñito, estaba claro que mi vida no era nada más allá del otro mundo, y por eso nunca era considerado como alguien interesante, porque mis historias son las más aburridas del mundo para muchas personas. -¿Estás bien?- Pregunté todavía con mi mano sobre su hombro, al darme cuenta de que parecía que estaba bastante afectada por algo, como si hubiera visto un fantasma nuevo en Hogwarts y no lo hubiese esperado... Tras volver a darme cuenta de que tenía la mano sobre su hombro, quitándola rápidamente.

Me senté como pude a su lado, mirando a mi al rededor viendo como la Sala Común por las noches tenía un gran tono lúgubre y que daba miedo, además de que con la luz de la Luna era bastante más inquietante, excepto en las noches de Luna llena, que hacía que se viese bien y esa luz de color azul blanquecino daba cierta belleza a la Torre Ravenclaw en general, mientras tanto con las demás era bastante parecido a lo que sería un cementerio por la noche pero sin tumbas.